Con el objetivo de que el dólar no se dispare a semanas de las elecciones nacionales, el Gobierno anunció que a partir de ahora el tipo de cambio estará intervenido, dejando atrás la política de “flotación libre” que lo había llevado hasta los $1.400.
El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, fue el encargado de comunicar que el Estado actuará de manera directa en el mercado cambiario.
El giro llega en un escenario adverso: a los audios que golpearon la imagen presidencial se suman las restricciones del Fondo Monetario Internacional y la suba del dólar, factores que obligaron al Ejecutivo a tomar medidas drásticas. La Casa Rosada había hecho bandera de la flotación, pero ya no puede sostenerla.
El dólar se desestabilizó después de que Luis Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, dispusieran el fin de las LEFI en manos de los bancos. Esa maniobra disparó la cotización y forzó nuevas medidas: suba de encajes y mayores trabas a las entidades financieras, en un intento de ponerle un freno a la presión cambiaria.
Para enfrentar la situación, el Tesoro cuenta con apenas US$1.700 millones líquidos. Es un monto acotado para atender la demanda y puede incluso alentar a que ahorristas y especuladores se apuren a comprar dólares antes de que esas reservas se agoten.
El futuro inmediato es incierto. El objetivo es contener la inflación y sostener la calma hasta las elecciones. En el Gobierno esperan que un triunfo les devuelva aire, aunque hoy las victorias para La Libertad Avanza se ven cada vez más lejanas.